Armando Bartra, sociólogo mexicano especialista en desarrollo rural. Foto: Archivo |
Regeneración 26
Desde que salió el número anterior de Regeneración han pasado muchas cosas: el PRI se robó la elección, nosotros junto con otros luchadores contra la imposición desconocimos la legitimidad de Peña Nieto y en su Primer Congreso Morena decidió registrarse como partido.
El Congreso fue un éxito. Y lo fue no sólo por ese acuerdo, sino porque elegimos representantes, nos dimos estatutos, ratificamos nuestros principios, afinamos el programa incorporando, entre otras, la problemática de los mexicanos en el exterior y la de quienes reivindican el derecho a la diversidad sexual, y formulamos un ambicioso plan de acción.
Pero fue un éxito, sobre todo, porque inauguramos el diálogo, la asamblea y la votación como fórmulas democráticas para organizar nuestra vida interna. De esta manera, al transitar de la centralización de una campaña comicial, al funcionamiento deliberativo que demanda la lucha social prolongada por el cambio verdadero. Lo que decidimos en el Congreso fue seguir siendo movimiento a la vez que nos regis¬tramos como partido. Es decir, ser un movimiento-partido o mejor: un partido en movimiento, como bien dijo uno de los delegados.
Y para volvernos un partido en movimiento hay que salir airosos de dos retos: uno es obtener el registro, el otro es consolidarnos como fuerza política y social. En realidad Morena ya es partido. Una convergencia ciudadana organizada nacionalmente, que tiene principios, cuenta con un programa estratégico y lucha pacíficamente por el cambio verdadero, es un partido de modo que lo único que nos falta es obtener el registro necesario para participar en elecciones.
Los de Morena tenemos compromiso social, desde hace dos años nos organizamos para votar y ahora hay que organizarse también para resistir. Resistir la imposición de gobernantes, de “reformas estructurales” y de políticas públicas antipopulares; defendernos de los pequeños y grandes agravios cotidianos; construir el poder popular que nos permita impulsar desde abajo los cambios democráticos y justicieros que necesitamos. Luchas particulares que sin embargo no deben dispersarnos pues a la larga lo más importante es mantener la unidad estratégica en torno a un gran proyecto.
Ya lo dijo hace casi un siglo el luchador peruano José Carlos Mariátegui: los pueblos que triunfan son los que se mueven en pos de una gran esperanza. Y nosotros tenemos una gran esperanza: el cambio verda¬dero y la regeneración de México. Ahora el problema es la vía para hacerla realidad. En los últimos años el camino que vislumbrábamos para materializar esa esperanza era hacer presidente a López Obrador en las elecciones de 2012.
Pero regresó el PRI de los tecnócratas y de los políticos represivos y clientelares que buscan restaurar la “dictadura perfecta” combinando el autoritarismo con la cooptación. Ya compraron la elección ahora quieren acabar de comprar al país. El compromiso de Morena es ser defensor del pueblo y de la nación. Si alguien es agraviado todos somos agraviados, si alguien está preso por protestar todos estamos presos. Por eso ser de Morena es ser solidario. Con la diferencia de que tenemos una responsabilidad mayor, pues la nuestra es una solidaridad consciente y colectiva.
Todo consiste en no estar solos sino juntos y organizados. En defender a la gente desde la gente y haciendo de la militancia un modo fraterno de convivir. Una forma de cultura que incluye el coraje y la lucha, pero también la alegría y la celebración. Porque estamos enojados, muy enojados, démonos tiempo para reír. Y si pese a todo somos capaces de reír, tengan por seguro que vamos a ganar porque, de hecho, ya ganamos.
Por Armando Bartra
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