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martes, 17 de septiembre de 2013

Luchando, el maestro está enseñando





Enrique Peña Nieto está cometiendo muchos errores. De esta manera, y en poco menos de un año, mucha gente se ha ido desilusionando.

Por ejemplo, el conflicto magisterial ha ido escalando y la crisis económica que no ha tocado fondo ya se le fue de las manos.

La gente se está dando cuenta que Peña Nieto gobierna con golpes mediáticos; y de que aún intenta convencernos de que para avanzar no hay de otra que impulsar las mal llamadas reformas estructurales.

Nadie duda que es necesario cambiar y modificar lo deficiente y obsoleto. Pero aquí las preguntas son cuáles reformas y cómo deben llevarse a cabo.

Presidencialismo, verdadero mal

Sin embargo, las reformas que hasta ahora ha impulsado el actual gobierno federal están resultando un verdadero fracaso.

En un excelente artículo, “Los mitos de Peña Nieto” (La Jornada, 15 de septiembre), Arnaldo Córdova señala que Peña Nieto estuvo siempre obsesionado en crear una presidencia fuerte, convencido de que su debilidad era uno de los grandes males de México. De manera que ha actuado en consecuencia.

De ahí el origen autoritario de las reformas laborales y educativas que ha promovido, que lejos de ganar consenso y aceptación de los principales sectores sociales, han sido repudiadas.

Y es que las supuestas reformas estructurales no son fruto del debate, del análisis amplio y de la reflexión prudente. Por el contrario, son actos de imposición y cumplimiento de directrices y recomendaciones de organismos internacionales.

Peña Nieto llegó, como todos sabemos, mediante un amplio operativo de compra de votos. Sin embargo, su equipo y su cercano círculo de asesores le han hecho creer o le han reforzado la creencia de que llegó al poder de forma limpia y legítima, gracias a un respaldo popular, su carisma y vocación democrática. Nada más falso.

Y como en las épocas del otrora invencible PRI y poderoso partidazo, los deseos del presidente parecen ser órdenes absolutas. De manera que cercado por un cerrado grupo de personajes, y sobre todo de poderes fácticos, Peña Nieto ha tomado decisiones que tendrán un alto costo político y pueden llevar al país a un polvorín.

Golpes al magisterio

La semana pasada Peña Nieto dio órdenes de desalojar el Zócalo de la ciudad de México a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), debido a que la reforma educativa “no tiene marcha atrás”. Craso error.

Los maestros integrados en la CNTE están profundamente indignados por una reforma educativa que no les tomó su parecer y que por el contrario, lesiona considerablemente derechos y estabilidad laboral.

Ahora, de golpe y porrazo los maestros pueden ser despedidos y separados de su empleo como cualquier funcionario de confianza, sin derecho a ser reinstalado y sin que el sindicato o la CNTE tengan la más mínima capacidad legal para defender a su agremiado. De ese tamaño es la reforma educativa.

El abogado de Asociación Nacional de Abogados Democráticos, Manuel Fuentes Muñiz, ha señalado 32 razones para oponerse a la Ley General del Servicio Profesional Docente, destacando que se aplica de manera retroactiva la ley en perjuicio de quienes laboran actualmente en educación básica y media superior, contrariando el artículo 14 Constitucional (Art. 1); se derogan todos los derechos adquiridos (Transitorio Segundo) y que las autoridades educativas pueden anular derechos “sin necesidad de declaración judicial” (Arts. 32, 40, 44); de que desconoce la calidad “de trabajadores” a quienes laboran en el magisterio al convertirlos en “sujetos administrativos” violando el artículo 123 Constitucional, y que no considera la participación sindical en los procesos de observación de las evaluaciones (Art. 7 XV); y que desaparecen los nombramientos de base para quienes ya lo tienen y para los de nuevo ingreso (Transitorio Octavo), entre otras graves medidas.

Lo anterior sin tomar en cuenta de que se sientan las bases para la privatización de los centros escolares y la creación de modelos gerenciales de administración educativa, además de promover la formación de alumnos acríticos con el sistema político y económico.

Justas y legítimas

Por ello las manifestaciones que han realizado los maestros en la ciudad de México son justas y legítimas.

La orden de desalojar el Zócalo para que Peña Nieto no se viera como un presidente débil (como no quiere ser visto y como ya lo es), y poder dar “el grito” ante un público complaciente, en un acto acartonado y deslucido, para dar una falsa proyección de patriotismo, fue también una decisión también equivocada.

Los miles de acarreados, el control del acceso, la negativa a los medios independientes para ingresar al Zócalo y grandes huecos de una multitud que nunca fue, demuestran la existencia de un Presidente que no goza de popularidad ni consenso.

La lucha de la CNTE representa hoy por hoy el sentir de lo mejor de nuestra tradición educativa, no sólo como actores importantes en el proceso educativo, sino como ciudadanos que promueven la defensa de la educación pública, laica y gratuita.

Los maestros de la CNTE recogen con su lucha lo mejor de la vocación democrática que se ha dado en nuestro país. En esta lucha, que hay que apoyar, los maestros siguen enseñando y dando lecciones al pueblo de México.

Por Jaime Hernández Ortiz*
Tomado de La Jornada Jalisco
Septiembre 17, 2013

*Profesor e Investigador por la UdeG. Abogado.
Dr. en Ciencias Sociales por el Colegio de Jalisco

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