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martes, 26 de noviembre de 2013

El "Perderé"





Después de haber sido postergado en diversas ocasiones, concluyó este domingo pasado el 14 Congreso Nacional del PRD.

Las conclusiones de más peso, las reales e informales de este Congreso, se observarán y se desplegarán en los próximos días. Quién y cómo dirigirá este partido se definirá pronto.

De entrada se visualizan algunos escenarios: Primero, al parecer no será Marcelo Ebrard quien dirija el partido, esto debido a que en ese evento le acotaron aún más sus posibilidades de presidirlo acordando la posibilidad de reelección a ex presidentes, y que pueden ser no sólo Cuauhtémoc Cárdenas sino el mismísimo Jesús Ortega, descartando así toda consulta ciudadana y la posibilidad de una votación universal de la militancia.

Chucho o chucho

Segundo, si queda Cárdenas al frente del partido, estará de manos atadas o bien limitado a perspectivas de trabajo impuestas o sesgadas. Pero si queda Jesús Ortega mediante la interpósita persona de Carlos Navarrete, las posibilidades de rehacer un partido unido y auténticamente de izquierda serán nulas, además de que un fracaso total del partido será inevitable.

Tercero, cualquiera que se quede con la presidencia del PRD tendrá por objetivo, sin decirlo abiertamente, limitar, bloquear o impedir el crecimiento del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para el 2015 y el 2018; esto debido a su inminente registro como partido y consolidación como única oposición real frente al régimen.

Entonces, la plausibilidad electoral del PRD depende totalmente de lo que decida Cárdenas.

Aunque no tiene las mismas condiciones sociales y políticas de hace veinte años, es evidente que Cárdenas tiene una autoridad moral incuestionable, pero su legado en Michoacán con Lázaro Cárdenas y Leonel Godoy dejó mucho que desear, perdiéndose la entidad para el PRD; además de que con mucha resistencia finalmente se sumó a la campaña de López Obrador.

El enigma será Marcelo Ebrard. El ex jefe de gobierno de la ciudad de México no se ha distinguido precisamente por ser un gran reformador. Su discreto y escaso apoyo a la campaña de López Obrador hoy se le revierte. Incluso, la supuesta fuerza o presencia nacional que tiene se ha diluido notablemente. Si Ebrard hubiera renunciado a la jefatura de la ciudad de México y coordinado la campaña de López Obrador, hoy sería otra historia. Pero los “hubiera” no existen en política.

Habrá que ver si Ebrard impugna los resolutivos del Congreso perredista y sobre eso si decide continuar o salirse del partido. Pero las posibilidades de presidir primero y luego ser candidato a la Presidencia por el PRD son casi nulas.



Peñafiel

Como sea, ante una eventual debacle electoral para el PRD el régimen ya valora cómo “rescatarlo” en gratitud y pago a los servicios prestados.

En este sentido hay que tomar en cuenta cuatro aspectos: uno, el de la reforma política, que pretende limitar la representación proporcional de los partidos en la Cámara de Diputados, esto con el fin de evitar que Morena llegue con fuerza y contundencia, así como el control del “nuevo” Instituto Nacional Electoral.

Dos, la consecuente limitación en el reparto presupuestal para los partidos que por ley se establece según la votación obtenida por los diputados federales, donde ya es previsible una drástica caída para el PRD en casi un 80 por ciento, con posibilidad incluso de perder el registro en varios estados; eventualidad que al régimen de Enrique Peña Nieto le preocupa, pues un partido que le ha sido fiel no tiene por qué quedar fuera del presupuesto.

Tres, el Congreso perredista tomó ya el acuerdo de ir aliado abiertamente con el PRI en las entidades, esto con el fin de obtener votos “prestados” y para que continúe su participación legitimadora al régimen en los congresos legislativos.

Y cuatro, se tomará mucho en cuenta el “efecto” Mancera con el objeto de que el jefe de gobierno del Distrito Federal tenga más juego en la definición electoral de la capital; esto con el fin de ser factor de contrapeso –de ser el caso–, contra Ebrard y López Obrador y que el voto de la izquierda se pulverice drásticamente entre perredistas y morenistas, y que el PRI intente recuperar terreno.



Instrumentos del régimen

Como sabemos son muchos los hechos, los discursos oficiales y las evidencias que nos han demostrado que el PRD y el Partido Acción Nacional co-gobiernan con el régimen. Simulan ser de oposición, vociferan estridentemente y en abstracto contra el gobierno federal, pero en concreto se someten y se disciplinan.

Recordemos el apoyo incondicional del PRD a la mal llamada reforma educativa; de manera que no será menor el apoyo del PRD para que se privatice el petróleo.

En este sentido el Pacto y el PRD seguirán siendo instrumentos privilegiados por el régimen para sacar adelante los proyectos neoliberales pendientes.

Luego del rotundo fracaso electoral del PRD de julio de este año cuando estuvieron en disputa gubernaturas y municipios, y fuera de apoyar a la derecha, el futuro de este partido es inexistente. Ahora sí merece el apodo de perderé.

Por Jaime Hernández Ortiz
La Jornada/Jalisco 

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