Subscribete:

Leaderboard

viernes, 25 de julio de 2014

Con el "nuevo PRI" en Los Pinos, Porfirio Díaz se quedó corto





Es incorrecto decir que el sistema político mexicano en la actualidad sea comparable al régimen dictatorial de Porfirio Díaz. En muchos aspectos ha sido superado. La oligarquía en el poder hoy es mucho más ambiciosa que la se sirvió del dictador oaxaqueño para apuntalar su hegemonía; de igual modo, es mayor su servidumbre a la plutocracia estadounidense, la cual sabe que hoy no es necesaria una firme intervención armada para tener pleno control de las riquezas de nuestro país.

​Las condiciones sociales, económicas y políticas que dieron origen a la lucha del pueblo contra Porfirio Díaz, han sido rebasadas ampliamente, sólo que no se ha organizado una resistencia comparable a la fuerza que tiene el grupo en el poder. Sin embargo, están dadas las condiciones para lograrlo como lo patentiza la realidad que estamos viviendo, caracterizada por un absoluto desprecio a los sufrimientos de las clases mayoritarias, una ausencia total de sensibilidad política y social, y un cínico entreguismo a una minoría voraz a su vez dependiente de intereses extranjeros, sin los cuales dejaría de ser competitiva a nivel internacional.

​El regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Los Pinos, es preciso repetirlo cuantas veces sea oportuno, es el medio por el que la oligarquía y la Casa Blanca en Washington quieren garantizar su predominio sobre el resto de la sociedad, sin importar las consecuencias. La dictadura de Díaz fue vencida finalmente, porque la moral de sus fuerzas armadas se derrumbó, no sólo por la corrupción de la alta oficialidad ligada al dictador, sino porque el gobierno estadounidense dejó de confiar en él, al pretender una mayor interrelación con intereses europeos, sobre todo franceses. Hoy no hay la intención de cometer esos errores, por lo que se considera que la oposición al régimen derechista liderado por el binomio PRI-PAN, no tiene posibilidad alguna de avanzar.

Sin embargo, no se toma en cuenta que el propio régimen está cavando su tumba, como es por demás evidente. La elite en el poder vive el sueño dorado de su total distanciamiento con la realidad, la alta oficialidad de las fuerzas armadas, a su vez está cada vez más alejada de sus tropas, aunque se las quiere controlar con migajas y prebendas que pronto se esfuman por el desplome cotidiano de la economía, el incremento de la desigualdad y de la delincuencia. El Inegi acaba de informar que en 2013 hubo 22 mil 732 homicidios, lo que da un promedio de 62 por día. El récord lo conserva Felipe Calderón, cuando en 2011 se cometieron 27 mil 213 asesinatos.

​La cúpula oligárquica considera que mientras en Los Pinos haya un eficaz manipulador de masas mediante un hábil manejo de los medios electrónicos, no hay riesgos de cambios que la afecten, mucho menos la posibilidad de que surja una oposición firme y con viabilidad de hacerse extensiva a todo el país. Todavía le apuesta al control de las instituciones a su servicio, capaces de frenar a la oposición como así ha sucedido en el pasado. No se pone a reflexionar que la situación social y económica de los mexicanos ha empeorado sustancialmente en los últimos treinta años, por lo que están dadas las condiciones para que prenda en el pueblo la esperanza de un México justo y democrático, sin tener que recurrir a las armas. Matar esa esperanza, al pretender imponer su hegemonía por la fuerza y con un cinismo mayúsculo, sólo será la mecha que haga encender la llama del rencor largamente enquistado.

​Según Peña Nieto, ya fue mucho de su parte haber reconocido que hay hambre en el país, que en el inicio de su administración había 7 millones de hambrientos, cifra que en año y medio se redujo a cuatro millones, según él, gracias a la funesta labor asistencialista que realiza la Sedesol. La verdad es que el problema ha aumentado exponencialmente, porque sus causas se han agravado por las políticas neoliberales que tanto aplaude la derecha.

Con ser una buena señal, la movilización desplegada por organizaciones campesinas independientes, en protesta por la canallada que significa la reforma energética, no tendrá ningún efecto positivo si no se traduce en una organización colectiva, que pase a la ofensiva en materia política y minimice la fuerza del Estado reaccionario, el principal enemigo de los mexicanos.

Por  Guillermo Fabela Quiñoñes
www.revoluciontrespuntocero.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario