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lunes, 2 de diciembre de 2013

"El albazo de diciembre" (1 de diciembre, 2013)



Foto: Red



Lo que más llama la atención sobre el primer año de gestión de Enrique Peña Nieto no es el evidente fracaso del nuevo Presidente de la República para encaminar la nación por el sendero de la paz, la democracia y el desarrollo, sino la constante expansión de la movilización social y conciencia ciudadana a lo largo y ancho del país. Avanza con firmeza la larga marcha de la verdadera transición política, de una alternancia simulada a una auténtica democracia revolucionaria.


La sociedad se encuentra hoy mucho mejor posicionada que el pasado primero de diciembre para detener las estratagemas de la clase política y los poderes fácticos. La cobarde represión del #1DMX, y de las marchas subsecuentes, constituyó un duro golpe en contra de la esperanza ciudadana y jamás debe ser olvidado (mi análisis:http://ow.ly/rh35Z). Sin embargo, gracias a las contundentes protestas de los maestros, el ejemplo de las autodefensas comunitarias, las movilizaciones en contra de la privatización petrolera de Andrés Manuel López Obrador y la constante participación juvenil, el innato espíritu rebelde de la sociedad mexicana hoy goza de cabal salud. El PRIANRD muy difícilmente podrá repetir la historia de la aprobación relámpago de la contra-reforma educativa en diciembre de 2012 con un nuevo albazo para la contra-reforma energética.


El dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), César Camacho Quiroz, ha señalado que con la contra-reforma energética “se cerrará el ciclo reformador” para después “pasar al proceso de transformación que requiere el país”. Así, hasta uno de los principales operadores de Peña Nieto reconoce que el gobierno ha fracasado miserablemente durante los últimos doce meses en “transformar” al país y pide que esperemos resultados hasta el próximo año.


Los datos son conocidos por todos. La economía se encuentra en picada, el desempleo y la informalidad se expanden, y el endeudamiento público y privado se disparan. La violencia, los homicidios y las violaciones a los derechos humanos se han institucionalizado y los secuestros se han vuelto más frecuentes en el territorio nacional. Mientras, los políticos siguen con su teatro de negociaciones oscuras, pactos inconfesables y reformas tramposas. Todas las encuestas demuestran un fuerte desgaste en la imagen de Peña Nieto y una creciente desconfianza de los ciudadanos en los políticos (mi análisis: http://ow.ly/rh4ip).


La “unidad” de la clase política bajo la tutela del Pacto por México ha dividido y confrontado a la sociedad. La contra-reforma educativa lanzó los maestros a las calles y ha generado una conflictividad sin precedentes tanto entre las diversas representaciones y secciones sindicales como entre los mismos padres de familia. La absoluta continuidad en la “estrategia” de combate al narcotráfico entre Calderón y Peña ha fortalecido a la delincuencia organizada y fomentado graves conflictos dentro de las comunidades. Y el cada vez más férreo control sobre los contenidos de los medios de comunicación, tanto electrónicos como impresos, cada día divide más a la sociedad entre quienes tienen acceso a la información verídica disponible en los medios alternativos y sociales y quienes se quedan atrapados por las mentiras de los medios tradicionales.


Esta polarización social paradójicamente refleja un desarrollo positivo en la coyuntura política. Hace un año, Calderón, Peña, Slim, Azcárraga, Madero, Beltrones, Ebrard, Mancera y Zambrano caminaban de la mano confiados en su control absoluto sobre la política nacional. El desgaste de #YoSoy132 junto con la cobarde represión policiaca habían mermado la fuerza de las movilizaciones juveniles y los políticos alistaban sus largos cuchillos para repartirse el pastel y los huesos de poder.


El “fast-track” a través del cual se aprobó la contra-reforma educativa ratificó la soberbia de los políticos. En tiempo record y casi sin debate alguno, la iniciativa de Peña Nieto presentada el 10 de diciembre fue aprobada por ambas cámaras en apenas 11 días. Seis semanas después, el 6 de febrero, la mayoría de los congresos estatales ya habían aprobado las reformas a los artículos 3 y 73 constitucional. Y el 25 de febrero de 2013 se publicó sin mayor contratiempo en el Diario Oficial de la Federación


Pero los políticos no habían ni siquiera deshojado sus margaritas para celebrar su hazaña cuando sobrevino la avalancha de protestas magisteriales que hizo añicos de la fantasía neoliberal de nuestro supuesto arribo a la “modernidad” democrática. Tal y como ocurrió con los jóvenes de #YoSoy132 durante la campaña presidencial de 2012, los maestros lograron romper el hechizo del poder omnímodo de los políticos y hacer presente la fuerza de la sociedad.


Hoy, el PRIANRD quiere repetir el albazo de diciembre, pero ahora con la contra-reforma energética. Una vez concluida las negociaciones con respecto a la reforma política-electoral, la clase política intentará aprovechar de las distracciones de la temporada navideña para imponer una reforma constitucional que condenaría el país al subdesarrollo y la más absoluta pobreza durante las próximas décadas.


Si bien es posible que los Senadores y los Diputados logren atrincherarse en las oficinas de Exxon-Mobil o Monex para levantar sus dedos en aprobación de los dictámenes correspondientes, será una tarea imposible convencer a la sociedad de las supuestas bondades de la reforma. La aprobación de la reforma constitucional por los congresos locales, la redacción de las leyes secundarias y la eventual asignación de los contratos a los saqueadores enfrentarán aguerridos cuestionamientos ciudadanos a cada paso. Recordemos, por ejemplo, que el mismo López Obrador forjó su presencia política nacional a raíz de la “toma” de pozos petroleros en Tabasco en 1996 en defensa de las demandas de los campesinos e indígenas de su estado.


Un nuevo albazo inevitablemente generará una respuesta ciudadana aún más contundente que la que tuvo la reforma educativa el año pasado. Fortalecería enormemente la posición del político tabasqueño y, aún más importante, generará cientos de nuevos liderazgos sociales en todo el país listos para encauzar la creciente indignación popular hacia la derrota histórica del autoritarismo renovado.

Por John M. Ackerman
(C) John M. Ackerman, Todos los derechos reservados
(Publicado en Revista Proceso No.1935)

www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman

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