Amigas y amigos les cuento que cuando dominaban las compañías extranjeras, específicamente de 1920 a 1924, en la zona costera del norte de Veracruz, en 80 kilómetros de longitud por 10 de ancho, hubo una fiebre de perforación de pozos para la extracción de petróleo.
La explotación de la Faja de Oro fue tan irracional que en muy poco tiempo las compañías extranjeras agotaron este excepcional yacimiento, considerado en su época, como el más grande del mundo.
En 1921, la producción nacional fue de 194 millones de barriles y de la Faja de Oro se extrajo el 78 por ciento; no obstante, en 1924, la producción nacional descendió a 140 millones de barriles y la Faja de Oro solo aportó el 27 por ciento.
Esta decadencia tuvo mucho que ver con el criterio que prevalece de sacar el petróleo en el menor tiempo posible y sin ninguna consideración. En ese entonces, el desperdicio fue de tal magnitud que se quemó todo el gas asociado al petróleo y se dejó aceite que no pudo extraerse por falta de la presión natural que se mantiene cuando hay una explotación racional de los hidrocarburos.
Esta misma historia se repitió con Cantarel y en breve puede contarse así:
Consumada la expropiación, en 1938, por el presidente Lázaro Cárdenas, las empresas extranjeras continuaron presionando para mantenerse en el negocio del petróleo de México.
Con Miguel Alemán, lograron que se les otorgaran contratos llamados de “riesgo” para la exploración y explotación del petróleo en una amplia extensión de tierra y agua en la costa del Golfo de México que comprendía los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche.
En el gobierno de Díaz Ordaz, siendo director de PEMEX, Jesús Reyes Heroles, se cancelaron los llamados contratos riesgos.
El 18 de marzo de 1970, éste servidor público sostuvo que esa decisión representaba “el último eslabón que se requería para que la riqueza petrolera pasara a ser propiedad integra del pueblo de México”.
Poco después, en la zona que se recuperó con la cancelación de los contratos riesgos, en las aguas someras del litoral de Campeche, técnicos, obreros y pescadores mexicanos, descubrieron el gran yacimiento petrolero de Cantarel.
A partir de López Portillo y durante los gobiernos de Miguel de la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, Cantarel ha sido explotado de manera irracional e irresponsable.
En 2004, llegó a producir 2 millones cien mil barriles diarios, convirtiéndose en el campo petrolero de mayor producción en la historia del mundo; hoy, luego de casi 40 años de explotación, apenas aporta 340 mil barriles al día.
La declinación de Cantarel se precipitó por la sobre explotación y porque en el tiempo de Zedillo y de Lajous, para extraer más hidrocarburos, los pozos fueron inyectados con nitrógeno y se produjo contaminación de aceite y gas, al grado que, durante muchos años, se quemaron 750 millones de pies cúbicos diarios de gas a la atmósfera. En suma, al igual que en Faja de Oro, desperdicio y contaminación.
Estoy seguro, porque conozco a mis paisanos, que Tabasco no será ni la Faja de Oro ni el nuevo Cantarel.
La defensa del petróleo no tiene límite. Por lo pronto, ya llevamos reunidas un millón 800 mil firmas para exigir la consulta ciudadana y según nuestras encuestas, el 75 por ciento de los mexicanos no acepta la privatización del sector energético.
Por Andrés Manuel López Obrador
regeneración.mx.
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