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sábado, 18 de mayo de 2013

¿ Quién te hizo tanto daño ?





En el principio fue la indignación. Al aproximarse el Día del Niño y el de las Madres reaparecieron en Twitter mensajes de odio contra los bebés que murieron durante y después del incendio en la guardería ABC de Hermosillo. Si la noticia de esta tragedia, la más dolorosa de las innumerables que prohijó el espuriato, conmocionó intensamente a todo el país, las apresuradas declaraciones del procurador general de Justicia en aquel entonces –“ninguno de los responsables pisará la cárcel”-- vino a reconfirmarnos el caracter esencialmente canallesco de la familia Calderón Gómez del Campo.


Como Felipe no gozaba de la mínima credibilidad para decírselo a Margarita en voz baja, el mortífero enano tuvo que ordenarle al procurador que hiciera el anuncio público. Margarita, horrorizada no sé si por la desgarradora muerte de los bebés o más bien por el hecho de que una de las copropietarias de la guardería era su prima Matilde Altagracia Gómez del Campo, se apresuró a negar el parentesco entre ambas.


No acababa de trazar esta raya para deslindarse de su prima cuando a borbotones surgieron las notas de sociales que, sólo dos semanas antes del incendio en ABC, habían reseñado una linda fiestecita familiar, en las instalaciones de un colegio católico de la ciudad de México, donde Margarita y Matilde Altagracia fueron retratadas como las íntimas cuatachas que eran y seguro siguen siendo.


¿Fue un incendio provocado el de la bodega contigua a la guardería para incinerar papeles que implicaban en turbios manejos financieros a Eduardo Bours, que era entonces gobernador del estado de Sonora y sigue siendo gobernador de todos los gallineros de México? Esa hipótesis ya es improbable (vamos, que no hay cómo probarla). Lo que sigue siendo injustificable es que el Instituto Mexicano del Seguro Social haya autorizado la apertura de una guardería sin salidas de emergencia ni medidas básicas de seguridad junto a un depósito de archivos muertos.


Pero por qué se iba a fijar en eso la pasante en diseño de interiores, Carla Rochín Nieto, altísima funcionaria del IMSS que se encargaba de conceder los permisos de explotación de guarderías a particulares, máxime cuando en el caso de la ABC éstos eran muy particulares, pues tratábase de la adorada prima de Margarita Zavala Gómez del Campo y de parientes del Señor de los Huevos.


Nadie pisó la cárcel, obviamente. Con esa extraordinaria habilidad política que posee ahora cuando tuitea desde Harvard, pero que no mostró un solo día de su infernalato, Calderón Narcofosa dividió a los papás de los bebés muertos. A los que pudo se los llevaba cada 30 de abril a Los Pinos... a celebrar ¡el Día del Niño! Por su parte, Bours y quien lo sucedió en el poder, montaron una ofensiva permanente y, peor aún, sádica, en contra de los padres que desde el día de la tragedia y hasta la fecha siguen exigiendo el castigo que se merecen los asesinos de sus niños.


Cada vez que se plantaban ante el palacio de Bours, por altavoces éste ponía a todo volumen canciones de Cri-cri, Cepillín y Chabelo. Este pavoroso resumen, si alguien me sigue leyendo aún, no persigue otro propósito que el de situar en su debido contexto lo que intentaré contar a continuación: la entrada en escena de los monstruos de Twitter. Si Felipe, Margarita, Bours, Matilde Altagracia y demás se comportaron como engendros del averno, tal vez no sepa que tienen epígonos por doquier.


Don Julio Márquez, uno de los padres enlutados para siempre por aquel incendio, se ha destacado por su tenacidad en esta lucha contra la injusticia. Seguido de una forma o de otra por miles y miles que lo respetamos aún sin conocerlo en persona, ha acudido a todos los canales de comunicación que existen para difundir las exigencias del grupo que encabeza, y entre éstos, desde luego, recurrió a Twitter.


En la imagen emblemática de su cuenta puso una foto de Yeyé, la carne de su carne que se quemó en la guardería. Pues bien, un grupúsculo de cobardes que han cobrado notoriedad porque a menudo crean etiquetas (#) de odio que se vuelven TT (Tópicos Tendenciales), abrieron una serie de cuentas llamadas @PoliciaYeye, @PoliciaTuitera y otras por el estilo que usan como propia la foto de Yeyé de la cuenta de Julio Márquez, y se dedican a publicar imágenes de niños quemados, decapitados, heridos en forma atroz, y también de niñas (retratadas a saber por quién, posando como estrellas porno) para promover el TT #DíaMundialdelaPedofilia, así como han fomentado otros como #SIalaViolenciaContraLasMujeres.


Intrigado por la putrefacción mental de estos individuos me dediqué a investigar a quiénes siguen y a quiénes los siguen en Twitter. Y descubrí ciertos rasgos comunes entre ellos: viven en departamentos de interés social, se toman fotos portando símbolos nazis y camisetas o leyendas a favor de Peña Nieto, se burlan de los indios, los prietos, los nacos, las gordas, los homosexuales, los negros, etcétera.


Entre las mujeres abundan las que acusan síntomas de la misma patología. Una de ellas, por ejemplo, el 10 de mayo, publicó en su cuenta la foto de un bebé muerto, recién parido y abandonado en el excusado de un baño como de estación de autobuses, y debajo escribió: “Yo también celebro el Día de las Madres”.


Pero buceando más a fondo encontré que algunas de las tuiteras que divulgan fotos de cadáveres destrozados o de personas gravemente heridas, son estudiantes de Medicina de universidades católicas, adoran a Peña Nieto, aborrecen a los que protestan contra él y están profundamente enamoradas de sí mismas, porque son blancas, poseen espectaculares glándulas mamarias y se autoretratan incesantemente.


Explorando un poco más a fondo esta constelación de sociópatas (los pobretones masculinos y las mirreinas clasemedieras), que en realidad conviven en lo que se podría denominar el Pabellón Psiquiátrico de Twitter, hallé un vínculo sumamente revelador: muchas y muchos, al final de cada tuit de odio, escriben “¿quién te hizo tanto daño?”



Una de estas tuiteras por ejemplo abusa del siguiente modelo literario de racismo (y no es #LadyProfeco): “Quita tus asquerosas garras de mi plato maldito indio ¿quién te hizo tando daño?” O: “Prietas que se pintan el pelo de rubio ¿quién les hizo tanto daño?”. O “¿Por qué los pobres siempre nadan con camiseta quién le hizo tanto daño?


Si ustedes quieren visitar a los enfermos mentales agudos de las redes sociales pero no saben por dónde empezar, aquí va una sugerencia. Hasta abajo de la portada de Twitter, en Iphone, hay cuatro opciones: Inicio, Conecta, Descubre y Cuenta. Bien: entren a Descubre y hasta arriba verán un espacio donde con letras muy tenues dice: “Busca #etiqueta o palabra clave”. Si allí escriben “¿quién te hizo tanto daño?” comenzarán su propio descenso al abismo donde estas miserables criaturas expresan su profundo dolor interior, su frustración social, su rencor político y su deseo de construir un régimen nazi en el que los pobres, los prietos, los homosexuales de closet que se odian a sí mismos y los imbéciles sean suprimidos de la faz de la Tierra, sin darse cuenta de que reúnen todas las condiciones para entrar antes que nadie en la cámara de gas.



Después de un bombardeo en algún país árabe, un hombre sostiene el cuerpo de una niña de dos años, vestidito azul, zapatitos negros, pero sin cabeza. Y @PolicíaYeyé fue tan ingenioso que debajo de esa foto escribió: “¡Ora cómo le explico esto a mi vieja!”, y mandó su tuit para deleitarnos. “La compasión –escribió Onetti-- es una forma del desprecio”. A los monstruos de Twitter, la verdad, no creo que nadie sepa cómo los compadezco. ¿Quién les hizo tanto daño?

Por Jaime Avilés
fuentesfidedignas.com

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