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viernes, 1 de noviembre de 2013

La Reforma Final




Será cuestión de unos años para que disfrutemos de trenes rápidos como en Londres, Francia, España, Estados Unidos o Japón” – Ernesto Zedillo al dar razones para privatizar los Ferrocarriles Nacionales de México.


A muchos que tenemos menos de 30 años no nos tocó experimentar tan vívidamente cómo el mundo estaba dividido en 2 formas económicas de vivir la realidad: el capitalismo, representado por EUA, y el socialismo, representado erróneamente por la URSS desde la época de Stalin. Tampoco nos tocó presenciar cómo a la caída de esta última, el gobierno de EUA se sintió absolutamente libre para hacer lo que quisiera con el mundo, ya que el único contrapeso a sus deseos de ser la nueva Roma se había ido.
Ahora, para contar apropiadamente esta novela de terror, primero debo aclarar algo: el llamado Fondo Monetario Internacional  (FMI) es una institución financiera poderosa con 186 países miembros, controlada por el Ministerio de Hacienda de EUA y su propósito en teoría es “fomentar la cooperación monetaria internacional, garantizar la estabilidad financiera, contribuir a un nivel elevado de empleo, a la estabilidad económica y hacer retroceder la pobreza”(sic). En la práctica su objetivo es someter económicamente a los países en vías de desarrollo para que dependan de EUA (en conjunto con la OCDE y el Banco Mundial). Pues bien, en aquel entonces cuando el régimen soviético estaba en su decadencia, el mayor reto del FMI fue Latinoamérica, un continente al que usaron como conejillo de indias para sus experimentos económicos.
Debido al saqueo desmedido a lo largo de los siglos por las potencias europeas (Eduardo Galeano dice que la mayor maldición de los latinoamericanos fue nacer en un lugar con tantas riquezas), la mayoría de los latinos siempre habían vivido en condiciones de pobreza, y este nuevo experimento no sería la excepción. Países como Venezuela, Argentina, Brasil, México, etc. tendrían que probar una nueva dosis de saqueo en su historia por parte de las potencias mundiales.
Dicho experimento tuvo el nombre de Neoliberalismo y fue diseñado por órdenes de un grupo  internacional de poderosos con el fin de someter a los gobiernos, sus leyes y apoderarse de los recursos naturales y los bienes de la inmensa mayoría de los seres humanos. Para ello se inventaron una serie de reformas llamadas “estructurales”, las cuales fueron promocionadas y presentadas ante millones de personas usando los medios masivos de comunicación; todo con el fin de repetirlas hasta volverlas verdades y hacerle creer a los pueblos que esas eran las soluciones a todos sus problemas, cuando la única realidad era que, ahora, los gobiernos trabajarían para las órdenes de las bolsas de valores y no de sus ciudadanos. Aspectos como educación, salud y demás pasaron a un plano sin importancia.
En México, dichas reformas llegaron desde el sexenio de Miguel de la Madrid, pero se profundizaron más en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, formando, junto a la histórica corrupción propia de nuestro gobierno, un grupo muy cerrado de políticos y “empresarios” que se adueñaron de todos los bienes, instituciones y riquezas de nuestro país (En ciencia política esto se define como una oligarquía).
Fue entonces que el PRI, ese partido que toda su historia gritó a los 4 vientos ser el estandarte de la revolución, se convirtió  en una maquinaria política decidida a vender el país y sus recursos naturales a particulares y extranjeros, arrastrando a la mayoría de los mexicanos a las condiciones de vida de la época colonial, disfrazando dicha venta con las palabras “modernidad, progreso y democracia”.
Es en este contexto donde se aterriza la Reforma Energética de Enrique Peña Nieto. Detrás de ella se esconden los mismos intereses económicos que impulsaron el golpe de estado contra Hugo Chávez en abril de 2002 y que presionaron al gobierno estadounidense a invadir Irak en 2003, la ambición de fondo es la misma: PETRÓLEO. Después de 30 años de haber sido planeada, propuesta y rechazada más de una vez por los mexicanos, ha llegado de nuevo, esa reforma final que no ha podido consumarse desde aquellos días debido a la resistencia que ha presentado el pueblo de México, ese pueblo que desde hace 500 años no puede gozar los beneficios de vivir en un paraíso.
La propaganda carece de realismo: aseguran que es necesario aprobar reformas para mover a México, sin embargo, desde 1997 se han aprobado más de cien reformas constitucionales, ha sido la época de mayor productividad legislativa en toda la historia de México, las únicas reformas que se han estancado son precisamente las neoliberales, debido a que la sociedad las rechaza y por eso no han podido pasar.
Mencionan a Noruega como ejemplo, sin embargo no mencionan que en dicho país no comparten la renta petrolera, no existen los niveles de corrupción cínica y desmedida como los que reinan en nuestro país, y obviamente no mencionan que por ley las ganancias se destinan a la educación y salud de los noruegos, ahorrando el resto en fondos soberanos para las futuras generaciones. Su gobierno solo puede gastar 4% de los rendimientos que se generan; contrastemos esto con la desaparición de los $335 mil millones de dólares de los recursos obtenidos de PEMEX durante el gobierno de Fox; es decir, literalmente se esfumaron, ni un ladrillo para una primaria compraron.
Dicen que necesitamos el dinero de las petroleras extranjeras porque PEMEX está quebrada, pero no mencionan que dichas petroleras no tienen el dinero suficiente para invertir en grandes proyectos, precisamente por esto quieren modificar la Constitución, para después pedirle dinero prestado a la Banca Mundial, la cual solo les suelta dinero si tienen algo con que asegurar el pago, ese algo es nuestro petróleo y amparados por la ley, el negocio será seguro (ni Exxon tiene las utilidades que maneja PEMEX, incluyo los datos en el enlace 1). Aparte, es muy importante mencionar que hace 30 años había $10 mil millones de dólares de capital extranjero en México, hoy después de privatizar más de 1150 empresas tenemos 50 veces más ($ 500 mil millones) y la pregunta de oro es: Con todo este capital, ¿Vivimos mejor los mexicanos?
Dicen que PEMEX es una empresa sin futuro, sin embargo, no mencionan que desde el año en que los neoliberales comenzarón a adueñarse del gobierno mexicano (1982) se han dedicado a destruir poco a poco a PEMEX, haciendo que prácticamente sólo envíe petróleo a EUA para que nos venda combustibles mucho más caros, siendo que este proceso podemos realizarlo en nuestro país, y lo mejor es que nadie en México sabe quiénes son los beneficiarios de estos negocios que dejan $30 mil millones de dólares al año (Esto causa los gasolinazos).
Aseguran que PEMEX es un lastre para la nación pero no dicen que a pesar del daño que han hecho las políticas neoliberales, el petróleo todavía es la base de nuestra independencia económica: cada año se obtiene del petróleo $100 mil millones de dólares, (Alrededor de un billón 250 mil millones de pesos), eso representa el 40% del presupuesto nacional, con este dinero se construyen hospitales, escuelas, se le paga a los maestros, doctores del ISSSTE y el IMSS, las pensiones de los empleados públicos, de la misma manera también se paga el 40% de los libros de texto gratuito, las viviendas de interés social y la distribución de agua, etc. Es esta ganancia la que quieren regalar con dicha reforma, usando los contratos de utilidades compartidas a la vez que aumentan el IVA en alimentos, medicinas, libros y transporte público para tapar el gran hueco que dejarán (De esto trata la Reforma Fiscal), cuando la pregunta inicial que tendríamos que hacernos es:¿Por qué tenemos que compartir la ganancia con empresas que no han hecho ni harán nada por este país ni sus habitantes?
Mencionan que PEMEX no tiene la tecnología necesaria, lo cual es una ofensa a instituciones como el IPN, IMP o la UNAM que por años han formado algunos de los mejores ingenieros civiles, petroleros y químicos del mundo, aparte de que el desarrollo o compra de tecnología se ha hecho por décadas (Si algo hace falta, se compra en otro país y punto).
Dicen que la reforma energética es lo que necesita México para reactivarse, pero no mencionan que tenemos $166 mil millones de dólares en las reservas internacionales, con lo que se pueden construir las 4 refinerías que hacen falta (Costarían únicamente $2 mil millones). Ahora, podría preguntar el lector: ¿Para qué las refinerías?
Respondo; PEMEX produce 2 millones y medio de barriles de petróleo crudo cada día, producir cada barril cuesta $10 dólares (con corrupción incluida, bien hecho solo cuesta $4) y se vende en alrededor de $100 (ganancia neta de $90 dólares cada barril), esto deja $225 millones de dólares diarios, si, leyó bien, diarios; y PEMEX no descansa un solo día del año, ¡ni para echar el brindis de navidad vaya!, dándonos una producción, como ya había mencionado, de más de 1 billón de pesos anuales (2012: $1,269,200,000,000).
Sin embargo, si refináramos el petróleo aquí, cada barril podría venderse en $1440 dólares, y si vamos un poco más allá e integramos todo el potencial de PEMEX, podríamos producir petroquímicos, con lo que la ganancia de cada barril de petróleo crudo procesado y convertido en petroquímicos se multiplicaría por 60, dándonos una ganancia de $5400 dólares por barril.
Multiplíquelo por los 2 millones y medio que extraemos cada día y vuélvase loco.
Con una riqueza tan descomunal como esa se puede usar el petróleo como motor de desarrollo de la nación, financiando la construcción de obras públicas, abrir nuevas industrias nacionales, dotar de seguro social de calidad a todos los mexicanos, brindar buenos derechos laborales a cada obrero de cada fabrica, construir muchas escuelas, dando estudios de calidad a todos los jóvenes mexicanos desde la primaria hasta la universidad gratuitamente y de paso re-evolucionar el sistema educativo, poniéndolo al nivel de las grandes potencias, y si ya andamos encarrerados, por que no financiar proyectos de investigación científica, cultural y de toda índole para que las mentes mexicanas por primera vez en su historia comiencen a tener sus propios inventos y no seamos solo consumidores de las tecnologías producidas en el extranjero. Todo esto no es una fantasía, solo es algo que nunca nadie nos dijo.
Por otra parte, con la ganancia petrolera se pueden dar subsidios a los productores agropecuarios y campesinos para poder producir en nuestras tierras nuestros alimentos para crecer fuertes y sanos, dejando de comer tanta chatarra que nos ha colocado en los primeros lugares mundiales de obesidad. Pero lo más importante es que con la ganancia petrolera se pueden desarrollar tecnologías alternativas de energía limpia, ecológica y sustentable para depender cada vez menos del petróleo, pues algún día se terminará, aunque a este paso es posible que terminemos destruyendo el planeta primero, algo que los neoliberales no conciben en su realidad, pues ellos solo pueden ver dinero con sus ojos.
Todo este futuro es el que nos quieren arrebatar con la reforma energética, para eso compraron la presidencia en 2012 y esa es la única misión de Enrique Peña Nieto en su sexenio: entregar el petróleo a las compañías extranjeras dejando obscenas ganancias al círculo compacto de potentados amigos de Salinas de Gortari (Guillermo González Guajardo, Claudio X. Gonzales padre e hijo, Lorenzo Zambrano, Germán Larrea, Antonio del Valle, Álvaro Fernández Garza, Carlos Slim, etc.).
En suma, este es un asunto profundamente delicado ya que, en una nación con hambre es imposible vivir humana y dignamente, pues no pueden prosperar la cultura, el arte, la ciencia ni la tecnología. De concretarse esta reforma, México se quedará sin más de la mitad del presupuesto que viene del petróleo. En un simple parpadeo, millones de personas sufrirán el aumento del costo de la salud, educación y servicios como el agua, gas y electricidad; este aumento del precio de vivir hará que muchas medianas y grandes empresas despidan a trabajadores para sanar el hueco en sus finanzas. Aumentará la carencia, la pobreza, se destruirá la clase media y cundirá la desesperación en las calles, lo digo muy en serio.
Por lo pronto, como especie tenemos una meta llamada Humanidad, que si bien no hemos podido desarrollarla plenamente a lo largo de nuestra historia en este planeta, también es cierto que no hemos sufrido en vano tanto como para volver a la selva y atacarnos los unos a otros. Así que el 8 de Septiembre los progresistas de este país estaremos en el Zócalo de la Ciudad de México, luchando para defender este recurso, esta herencia y el futuro de los que estamos y de los que vienen. Si, ya sabemos que en este juego ellos tienen las cartas del gane marcadas, que la maquinaría neoliberal está a su máxima capacidad, que las mentiras se repiten todo el día por televisión, que los que vamos contracorriente somos tachados de ignorantes que impiden el progreso del país, que la mayoría de los medios están comprados y que el Congreso solo espera la orden para levantar el dedo y aprobar la reforma, lo sabemos, pero esta es una lucha que el pueblo dará por su cuenta; solo, como siempre lo ha estado en su historia, tan solo como un hijo abandonado por su padre y al que están a punto de ejecutar sin nadie que lo defienda. Sin embargo, el poder de la dignidad, la verdad y la convicción de un pueblo decidido a ser libre forma una energía capaz de mover la rueda de la historia, y esto es lo que pasa cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible. La historia nos juzgará…

Por Victor Hugo Márquez Martínez
                                                                                                             www.coffeeandsaturday.com


Material de consulta:
2. Sobre la situación del petróleo en Noruega
http://www.proceso.com.mx/?p=350521
5. Consecuencias de que se apruebe la reforma energética en México
http://www.losangelespress.org/un-dato-escalofriante-de-la-privatizacion-de-pemex/

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