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sábado, 12 de abril de 2014

Los controles para regular calidad del aire no sirven para detectar la contaminación del fracking





Quienes habitan en áreas donde se realizan perforaciones para obtener gas natural y se quejan de olores nauseabundos, de experimentar sangrado nasal y otros síntomas que temen pueden ser causados por el desarrollo de los combustibles no convencionales, generalmente reciben la misma respuesta de las autoridades reguladoras: la información resultante del monitoreo muestra que la calidad del aire está bien.

Un nuevo estudio ayuda a explicar esta discrepancia. Las técnicas de monitoreo del aire más comúnmente usadas a menudo subestiman amenazas a la salud pública debido a que no detectan emisiones tóxicas cuando se registran picos en varios puntos durante la producción de gas, según lo informaron el jueves los investigadores en un estudio publicado en la revista Reviews on Environmental Health. El estudio fue realizado por el Southwest Pennsylvania Environmental Health Project, una organización sin fines de lucro con sede en las cercanías de Pittsburgh.

Un estudio sobre salud difundido por el grupo el año pasado demostró que los habitantes de zonas cercanas a sitios de perforación como Marcellus, en el condado de Washington, PA, informaron sufrir síntomas tales como náuseas, dolor abdominal, dificultades respiratorias, y sangrado nasal, todos atribuibles a contaminantes que se conoce están presentes en los sitios de explotación de gas. Problemas similares se han informado en las cercanías de la cuenca de Eagle Ford, en el sur de Texas, que ha sido objeto de una reciente investigación por el Center for Public Integrity, InsideClimate News y el Weather Channel.

A pesar de que los habitantes quieren saber si las perforaciones en busca de gas están afectando el aire en la zona cercana a sus hogares-donde las emisiones pueden variar de manera dramática a lo largo del día-las autoridades generalmente usan métodos diseñados para evaluar la calidad del aire en la región a largo plazo.

Están “usando mal la tecnología”, afirmó David Brown quien dirigió el estudio en el que participaron otros tres de sus colegas del Environmental Health Project.

Stuart Batterman, profesor de Ciencias de la salud y del ambiente de la Universidad de Michigan, sostuvo que el estudio destaca la necesidad de programas de monitoreo especializado dirigidos a la salud comunitaria.

Pero la creación de estos programas es difícil, afirmó Batterman, porque los científicos no comprenden completamente que las emisiones provienen de las plantas de gas natural. Los contaminantes del aire presentan oscilaciones basadas en el mal funcionamiento de los equipos, tareas de mantenimiento y la climatología. Son liberados de los tanques de almacenamiento, estaciones de compresión, y tuberías durante cada etapa del proceso: perforación, fractura hidráulica, producción y procesamiento.

"Desafortunadamente, los estados no disponen de suficientes fondos de uso discrecional para añadir equipos de control, señaló Batterman. “Sus programas han sufrido recortes debido a que la mayoría de las cámaras legislativas no están proporcionando fondos generosos a las agencias ambientales.







No existen soluciones fáciles

El informe de Pennsylvania es la última prueba de lo poco que se conoce acerca de los impactos en la salud del desarrollo del gas natural no convencional, que usa fractura hidráulica para su extracción.

En febrero, 190 expertos de la industria, del gobierno y de la comunidad médica se reunieron en Philadelphia para discutir la disparidad en los datos. Las conclusiones a las que llegaron son idénticas a las del reciente estudio Environmental Science & Technology que señala que se carece de investigación científica "integral" en materia de salud pública.
Isobel Simpson, una experta en ciencias de la atmósfera de la Universidad de California-Irvine que no participó en el estudio de Pennsylvania, sostuvo que el informe del grupo demuestra que no existe una solución única que sirva en todos los casos.


"Monitorear la calidad del aire es una tarea compleja, por lo que se necesitan distintos métodos dependiendo de cuál sea el objetivo”, afirmó. ¿Se trata de una investigación sobre el asma y el cáncer? ¿Se trata de la calidad del aire o de la salud humana? Todo esto pesa en la estrategia que estamos usando.”

Muchos monitoreos realizados a nivel local y federal promedian datos cada 24 horas o toman muestras cada dos o tres días. Se trata de una técnica que ha sido usada por décadas para evaluar el cumplimiento regional con la ley de aire puro. Pero las plantas de gas natural producen picos esporádicos en las emisiones que duran minutos o unas pocas horas. Estos eventos pasajeros que liberan material particulado, componentes orgánicos volátiles y otras sustancias tóxicas dañinas en el aire, puede rápidamente provocar efectos en la salud localizados. Cuando se promedian los datos obtenidos durante más de 24 horas, sin embargo, los picos pueden ignorarse fácilmente.

La técnica de promediar es “inútil” para detectar picos de contaminación, afirmó Neil Carman, director de aire limpio de Lone Star Chapter del Sierra Club en Texas. "Si la policía tuviera que promediar los datos obtenidos durante 24 horas para aplicar las normas de límite de velocidad, nadie aceleraría jamás. Se saldría del promedio.”

La situación en el sitio de explotación de combustibles no convencionales de Eagle Ford, enTexas, que incluye un área de aproximadamente el doble del tamaño de Massachusetts, es especialmente problemática porque existe poco monitoreo.


La Comisión de Calidad del Ambiente de Texas (TCEQ) — la autoridad estatal de regulación del ambiente— opera sólo cinco equipos permanentes de monitoreo del aire en la región, y ninguno de ellos se localiza en zonas con gran número de perforaciones.
En su lugar, la mayor parte del monitoreo en Eagle Ford es realizado a través de sondeos esporádicos determinados por la propia TCEQ o a partir de quejas de los ciudadanos.

Pero un monitoreo específico sólo puede captar una fracción de los picos de emisiones. “Cuando se intentan capturar estos picos usando promedios de 24 horas; a través de muestreos periódicos o elegidos al azar (de menos de 24 horas); o después de que se presenta una queja a menudo se pierden los picos máximos de exposición”, según lo señalaron los autores del nuevo estudio. El profesor de la Universidad de Michigan, Batterman sostuvo que los muestreos de 24-horas todavía son útiles para estudios a largo plazo, sin embargo los contaminantes como benceno y material particulado puede ocasionar efectos crónicos que se muestran varios años o décadas más tarde.

Idealmente los científicos deberían usar una combinación de métodos para monitoreo a largo plazo y episodios agudos, afirmó, “pero hay asuntos de tecnología y de costos.”
La mejor manera de analizar los impactos a corto plazo tales como erupciones en la piel y dolores de cabeza es tomando muestras con frecuencia durante un período de tiempo ininterrumpido, sostuvo Beth Weinberger, co-autora de un nuevo estudio. Con sus colegas evaluaron la calidad del aire en 14 hogares de las cercanías de sitios de perforación, tomando muestras del material particulado una vez por minuto durante 24 horas. Después de examinar sus datos, descubrieron que en algunos hogares los niveles de material particulado se mantenían altos más del 30% del tiempo.

Fue alarmante porque nos dimos cuenta de que si el material particulado fino estaba ingresando a las casas, otras sustancias como el benceno y el formaldehído también lo hacían,” afirmó Brown.

Weinberger sostuvo que su grupo está trabajando ahora con otras organizaciones para encontrar formas de monitoreo asequibles que permitan tomar muestras de interiores y exteriores para diseñar mejores estudios.







Investigaciones deficientes


Los límites del monitoreo del aire son especialmente evidentes cuando las autoridades regulatorias reaccionan ante las quejas de los ciudadanos que habitan cerca de sitios de perforación.


"Los momentos en que surgen columnas de humo u otras emisiones son a menudo bastante cortos y para cuando alguien viene y se instala el equipo de monitoreo ya no hay qué medir,” dijo Batterman. “Expreso mi solidaridad con la comunidad regulada porque es muy difícil validar estos valores superiores a los normales que seguramente ocurran.”


En Eagle Ford, la TCEQ tiene 30 días para investigar una queja. En Pennsylvania, la fecha límite es generalmente de dos semanas. En Colorado, los inspectores a menudo responden dentro de las 24 horas, según un vocero de la División de Control de contaminación del aire del estado. (La TCEQ se negó a facilitar sus expertos para entrevistas telefónicas).


InsideClimate News y Center for Public Integrity revisaron más de una docena de informes de investigaciones de laTCEQ de quejas relacionadas con petróleo y gas de Eagle Ford.
En la mayoría de los casos, las autoridades regulatorias respondieron de manera instantánea tomando lecturas del aire cerca de las plantas industriales. Algunos inspectores realizaron un estudio inicial aspirando el aire en busca de olores detectables, retornaron unos días después con equipo de monitoreo. En varias ocasiones volaron al sitio.


Weinberger afirmó que la práctica de la TCEQ de tomar rápidas “muestras al azar” es el “diseño perfecto” para detectar picos en las emisiones.

"Esto es lo que se debe hacer si uno está interesado en capturar episodios de exposición,” afirmó.

Weinberger sostuvo que se necesitan muestras consistentes y frecuentes, tales como monitoreos cada hora por dos semanas. Las autoridades regulatorias pueden entonces comparar puntos de información individual con los estándares de salud existentes para ver con cuanta frecuencia se superan los valores normales.

Aún cuando los científicos usen técnicas apropiadas de monitoreo puede ser difícil determinar que significan los números.

Los estándares federales de calidad del aire existen sólo para seis sustancias químicas: ozono, material particulado, monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, dióxido de sulfuro y plomo. El resto de compuestos contaminantes, incluyendo docenas de componentes orgánicos volátiles, se rigenpor un conjunto de estándares laborales y otras normas estatales.

Texas, por ejemplo, usa para el corto plazo el criterio de 180 partes por cada mi millones para el benceno y 4,000 partes por cada mil millones para el tolueno para determinar si una situación requiere investigación ulterior.

Otros estados aplican criterios diferentes y algunas sustancias químicas no están reguladas porque se conoce muy poco acerca de sus impactos en la salud. La normativa tiene otro defecto: no considera en su totalidad qué sucede cuando las personas se exponen a muchas sustancias químicas simultáneamente, como es común en las cercanías de los sitios de producción de gas y petróleo.

Este informe es parte de un proyecto conjunto del Center for Public Integrity, InsideClimate News y el Weather Channel. Lisa Song por InsideClimate News y Jim Morris por el Center for Public Integrity. El reportero de InsideClimate News Zahra Hirji ha contribuido en la realización de este artículo.


Traducción del artículo "Air monitoring in fracking areas fails to detect spikes in toxic emissions, new study says" publicado por Lisa Song y Jean Morrisel 3 de abril, 2014 en The Center for Public Integrity

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