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jueves, 19 de abril de 2012

Peña Nieto, el imitador de Salinas






Así titula José Gil Olmos un artículo publicado en Proceso, este 18 de abril de 2012, donde señala que el aspirante presidencial priista, Enrique Peña Nieto es el que más ha salido dañado entre acusaciones de partidos.

Dice que el ex gobernador mexiquense ha sido denunciado por desembolsar enormes cantidades de dinero para mantenerse arriba en las encuestas, sin importar el insulto que provoca dicho gasto, en un país donde la mitad de la población se encuentra en la pobreza.

“Ajeno al padecimiento económico que hay entre millones de familias, Peña Nieto viaja en aviones y helicópteros privados, apenas tocando tierra en las ciudades y pueblos que visita para hacer proselitismo”.

Distante de la realidad, el mexiquense gasta millones de pesos en spots publicitarios en televisión, y su imagen impoluta se multiplica en cientos de miles de espectaculares, mantas, pendones y calcomanías que son adheridas en autobuses de todas las ciudades, como si se tratara de un artista de telenovela.

No sólo eso, los eventos de Peña Nieto son carísimos. Llevan a la gente en autobuses y autos para llenar los auditorios y plazas. Reparten propaganda, playeras, gorras y comida. Pero, sobre todo, los actos son vigilados por cientos de militares y policías en activo, divididos en grupos, y hay aviones dispuestos para ellos, a fin de que se adelanten en los viajes que hace el aspirante presidencial priista.

Pareciera una réplica de la campaña de Carlos Salinas, en 1988, cuando disponía de una flotilla de aeronaves y cientos de soldados que restringían el paso de la prensa y de la gente. El candidato se mantenía en un nicho inexpugnable, levantado con dinero del pueblo.

El exceso del gasto que hace Peña Nieto se notó desde que arrancó su campaña. Puso un avión especial para la prensa (como en el salinismo, aunque entonces los aviones eran presidenciales), otra nave para sus invitados especiales y otra más para él y su equipo. El evento en Jalisco parecía más un concierto, por todo el aparato de sonido y los miles de artículos que se distribuyeron para el show político.

En tres semanas de campaña ha salido a la luz pública lo que muchos políticos de oposición ya habían asegurado: que el candidato presidencial del PRI es un producto de la mercadotecnia y que, como tal, difícilmente puede sobrevivir sin el apoyo de las televisoras.

Esto hace evidente que el candidato de esas televisoras, cuando se enfrenta a la realidad, no sabe qué hacer, sólo sonríe, siguiendo un guión que le escribieron hace seis años desde Televisa y cuyo fin es alcanzar la silla presidencial.

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