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miércoles, 16 de abril de 2014

El preponderante



Cudadanos agrupados en diversas colectivos, entre ellos #Yosoy132 comenzaron a manifestar en las calles su rechazo a la reforma en telecomunicaciones que, entre otros aspectos, plantea inhibir la señal de Internet cuando el Estado considere que se vulnere la seguridad, acceder a las conversaciones privadas de los usuarios, bloquear contenidos que se consideren inapropiados y conocer la ubicación en tiempo real de las personas cuando el gobierno así lo solicite a las compañías proveedoras del servicio ■ Foto Cuartoscuro


En lo que va del presente sexenio las cosas no han pintado nada bien. Por el contrario, todo parece indicar que se pondrán más difíciles.

Más aún, se observan numerosos signos ominosos de un cada vez creciente autoritarismo. La iniciativa peñanietista de regular el uso libre de Internet, de regular marchas y manifestaciones e imponer “cueste lo que cueste” acciones o decisiones como las llamadas reformas estructurales son tan sólo algunos ejemplos.

Pero además hay muchos otros: de consumarse el rumor de que relevan a Eruviel Ávila de la gubernatura del estado de México, estaremos regresando a aquellas viejas y tristes épocas del presidencialismo más obtuso que quitaba y ponía gobernadores a discreción, por encima de cualquier forma democrática y federalista por mínima que fuera.

Insurgencia prevista

La designación del comisionado plenipotenciario en Michoacán es otro ejemplo. La detención del ahora secretario general de Gobierno, Jesús Reyna, sólo ha demostrado lo que todo mundo sabía, que el gobernador es sólo de ornato y que se gobierna desde Los Pinos. Esto viene acompañado de la amenaza de desmantelar y desarmar las autodefensas, detener a varios de sus dirigentes por supuestos delitos con el fin de señalar que no hay otra fuerza más que la del Estado mismo, que no admite ninguna fuerza civil o surgida de la sociedad que pueda ejercer violencia “legítima”.

La irrupción de las autodefensas y policías comunitarias demuestran el aserto de la inteligencia estadunidense que pronosticaba hace algunos años la existencia de una insurgencia correlativa a la del narco.

Pero los signos hacia una descomposición continúan. Existe una baja constante e imparable en la “popularidad” de Enrique Peña Nieto –aunque en realidad nunca fue tal– pero que difundirla afecta los márgenes aceptables de gobernabilidad.

Esto se debe a que la inseguridad pública, pese a los golpes mediáticos, no disminuye y que la mejoría de la economía familiar no aparece por ningún lado.

La llamada reforma educativa ha traído desconcierto y malestar entre cientos de miles de maestros y los resultados esperados están lejos de ser ciertos. La participación de los padres de familia siempre ha estado controlada y manipulada desde hace muchos años, de manera que la innovación sólo está en el papel. Y si la reforma educativa nada más trae resultados cuantitativos y eficacia tecno burocrática está condenada al fracaso.

De igual forma la llamada reforma laboral sólo ha tenido efectos inmediatos, pero negativos para la clase trabajadora. La tomadura de pelo del “seguro de desempleo” con base en los ahorros del trabajador, similar a la forma que lo hacen las Afores descontándole al trabajador sus magros ahorros, configura una nota más de la defunción total del Estado de Bienestar y de la economía mixta que contribuyó por décadas el piso para del desarrollo nacional.

Preocupa entonces el individualismo y la desarticulación de la solidaridad que minimiza o desalienta la participación ciudadana en los asuntos del interés público. ¿Se resolverá con el Instituto Nacional Electoral?

Por ello, el intento por restringir o limitar el acceso a Internet debe entenderse no sólo como un ataque directo a la libertad de expresión, sino como un acto de control del pensamiento autogestivo, autónomo y libertario. El tema no es nuevo ya que la red global ha sido utilizada desde sus orígenes con propósitos militares; pero ahora, lejos de regular su acceso o limitarlo, en realidad se propone “geolocalizar” a líderes sociales, espiarlos y, eventualmente, no sólo de forma virtual, eliminarlos.

Justamente en medio de esta red de información mundial nadie puede pasar desapercibido. Pero el derecho a la privacidad, a la identidad y el acceso a difundir información sin límite ni frontera son derechos inalienables e irrestrictos.

Aviso de represión

Por ello mismo también resultan preocupantes las propuestas de ley para regular las manifestaciones públicas presentadas en estados de la República como Quintana Roo, San Luis Potosí y el Distrito Federal, además de Jalisco.

Resulta que en ellas se propone dar “aviso” y esperar una “autorización”. Con esto se da pie para permitir sólo aquellas favorables para los gobiernos en turno y negar y reprimir aquellas incómodas.

Tales iniciativas constituyen verdaderas acciones para restringir el derecho y la libertad de expresión y asociación que señala la Constitución Mexicana y las normas y mecanismos internacionales de derechos humanos.

Se trata de judicializar actos que ni siquiera se podrán eliminar en un juicio de amparo por ser actos de represión consumada

Una democracia se funda sobre el control del aparato del poder justamente por los ciudadanos y no al revés; y se alimenta de la diversidad, la pluralidad, del consenso y el disenso; pero si los medios están controlados por el poder y los poderes fácticos, y si Internet está restringida y las calles ya no son de la ciudadanía, ¿dónde dejan los espacios para resolver los conflictos y los diferendos?

El tema de fondo es que con el regreso del PRI al gobierno federal se propone retomar el presidencialismo de viejo cuño como fórmula para el despegue y el desarrollo del país. Nada más equivocado.

Lo que se trata es restablecer el gobierno de un solo hombre, de un preponderante.

Por Jaime Hernández Ortiz
La Jornada/Jalisco
16 de Abril de 2014

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